sábado, 30 de enero de 2010

YO SOY ÉL QUE SOY. ÉL QUE LLEGARA A SER. ESE ES MI NOMBRE

Dios el padre. Él Dios grande.
Su pie derecho es el Señor Jesucristo. El que anda según su voluntad. Y avisa de todo a su paso. Porque Dios no hará nada si antes no lo anuncia a sus siervos los Profetas. A los hijos de Dios.
El pie izquierdo
representa la justicia de Dios y sus juicios. Si se adelanta. Deja rezagado a su pie derecho. Y no se conduce, conforme a su voluntad Divina.
Este representa. La antelación y representa a Satanás. Y a todos los que se conducen. Pero no conforme a la voluntad de su creador. Y destruyen y arrasan,
traidoramente sin avisar. Todo a su paso.
La mano izquierda es la mano más floja. Y se utiliza para dar, apoyar y ser generoso.
Esta representada en el olivo del continente Americano. Las otras ovejas. De quien se refirió Jesús.
La mano derecha se utiliza más para trabajar. Para realizar un esfuerzo que se requiere poder.
Esta representada en el olivo de Israel. La mano del continente Europeo. Y la restauración de Israel.
El Reino de Dios. Que hará su voluntad. Como en el cielo aquí en la tierra. Es la presencia de Dios.
Por eso le pedimos. Ven con tu Reino. Y Santifica tu nombre.
La cabeza visible de este Reino. Es el Señor Jesucristo. El hijo primogénito del Único Dios. El todo poderoso. Quien puede entronizar y quitar de todo. A todos y en todo lugar.
Por eso algunos llegan a ser Reyes y Sacerdotes. Para El Dios y Padre de Jesucristo. Y otros son quitados y excluidos de su Santa Presencia.
El séptimo día. El descanso. El milenio. La séptima costilla. La esposa y compañera. La ayuda idónea. La que engendra los hijos de Dios. Y los cría y educa, conforme a la voluntad de su esposo.
La Santidad es Él Nombre y reconocimiento al que Santifica. A todos. Con su Santa Presencia.
Y Dios. Él Padre eterno. Es quien llegara a Ser.
Todos pertenecemos a Él y en Él. Y sin Él, no somos nada. Un engendro de mala formación. Un defecto. Que debe ser corregido o desechado. De un cuerpo, de vida Santa y Eterna. En Perfección.
Éxodo 3: 7 Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, 8 y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel. 9 El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. 10 Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.
11 Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel? 12 Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte.
13 Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? 14 Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros. 15 Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos. 16 Ve, y reúne a los ancianos de Israel, y diles: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me apareció diciendo: En verdad os he visitado, y he visto lo que se os hace en Egipto; 17 y he dicho: Yo os sacaré de la aflicción de Egipto a la tierra que fluye leche y miel. 18 Y oirán tu voz; e irás tú, y los ancianos de Israel, al rey de Egipto, y le diréis: Jehová el Dios de los hebreos nos ha encontrado; por tanto, nosotros iremos ahora camino de tres días por el desierto, para que ofrezcamos sacrificios a Jehová nuestro Dios. 19 Mas yo sé que el rey de Egipto no os dejará ir sino por mano fuerte. 20 Pero yo extenderé mi mano, y heriré a Egipto con todas mis maravillas que haré en él, y entonces os dejará ir. 21 Y yo daré a este pueblo gracia en los ojos de los egipcios, para que cuando salgáis, no vayáis con las manos vacías; 22 sino que pedirá cada mujer a su vecina y a su huéspeda alhajas de plata, alhajas de oro, y vestidos, los cuales pondréis sobre vuestros hijos y vuestras hijas; y despojaréis a Egipto.

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